III
Bueno, ¿quién se atreve a caer en su hombro?
Viviendo una vida sin deseos, ahora sujeta la espada,
¿Por qué morían en combate?
Eran notas, solo gemidos, eran las caras, pero en el torbellino,
poniéndose de pie, peleando, en el templo,
respondiendo, cortando la carne,
¿por qué no deseaba nada más? dejar atrás, dar, no un brazo, por lo menos un hilo. No eres nadie, no eres tuyo, eres suyo.
Si así es, que así sea.
Comentarios
Publicar un comentario